Agricultura Ecológica

Ecológica, orgánica, biológica, son términos que expresan lo mismo, una forma de producir alimentos de máxima calidad, respetuosa con el medio ambiente.

Pero nuestras acciones van más allá de ese objetivo genérico, y en cada actuación o labor concreta tratamos de reducir su impacto en la biodiversidad, con medidas como:

La siega del cereal se realiza a finales de junio o primeros de julio evitando con ello la destrucción de los nidos en época de cría.

El empacado de rastrojo del cereal se realiza de día, para evitar también la destrucción de nidos o pollos, o incluso la muerte de aves adultas.

La cubierta vegetal se elimina de forma temprana en la franja más próxima a los olivos por debajo de estos, antes de que empiece a competir con ellos por la humedad y los nutrientes. De esta forma las aves que anidan en el suelo no llegan a establecer sus nidos en esas zonas, debiendo elegir para ello la cubierta central que mantenemos con hierba, o los linderos, donde además de hierba disponen de arbustos. Esta labor de desyerbe se realiza con un apero llamado “intercepa” que corta la hierba a ras de suelo evitando laboreos profundos.

Para el control del topillo en la alfalfa empleamos los medios de la naturaleza a la que ayudamos con la colocación de cajas nido para rapaces y posaderos provisionales dispersos por todo el cultivo para facilitar las capturas. Las lechuzas, cernícalos vulgares, cernícalos primillas, mochuelos, búhos chicos, autillos, elanios azules, ratoneros, aguiluchos cenizos, aguiluchos pálidos, carracas y alcaudones se encargan del resto.

La población de cernícalos de las dos subespecies (vulgar y primilla), y lechuza blanca, se ha visto aumentada considerablemente por nuestras acciones directas instalando cajas nido y con la construcción del primillar, que ya en su primer año desde su construcción ha albergado 5 parejas que han sacado adelante 14 pollos, y esperamos que la colonia vaya creciendo en los próximos años. También hay presencia de otros predadores sobre el topillo como son el búho chico, el autillo, y el mochuelo, y durante el invierno la lechuza campestre. Sin olvidarnos de ginetas y zorros que también merodean la zona del cultivo.

La observación del campo y nuestra pasión por la fauna salvaje de nuestros medios agrarios nos ha llevado a buscar la forma de compatibilizar la agricultura y la biodiversidad en nuestros campos, convirtiendo la biodiversidad en un objetivo más.

De esta forma, nuestras fincas no sólo nos proporcionan una compensación económica por la actividad agraria, sino también el placer de observar una naturaleza cada vez más rica, y la satisfacción de estar haciendo algo positivo para nuestro futuro y el de todos.